Me acaban de pasar la charla sobre la traducción de la novela JPod de Douglas Coupland, que di el pasado año en el Parque Arví de Medellín, Colombia, en el marco del Encuentro Fractal'12 sobre tecnología y cultura digital. La incrusto también al final de esta página.
Esta charla supone algo especial para mí porque es la primera que he dado sobre mi labor como traductora. Como creo que habré comentado, me licencié en Comunicación Audiovisual pero trabajo como traductora literaria desde que terminé los estudios, es decir, desde hace doce años.
Mis géneros favoritos para traducir son el ensayo y la novela contemporánea, así como la ficción infantil y juvenil, en el ámbito estrictamente "literario". Pero también poseo un bagaje y un intenso interés por la traducción ensayística de comunicación (arte) y cultura digital, que he tenido ocasión de realizar sobre todo para las publicaciones Artnodes (inglés>castellano, Universitat Oberta de Catalunya) e Hipertext (castellano>inglés, Universitat Pompeu Fabra).
Explico todo esto porque me atrevería a afirmar que la traducción de JPod se situó a horcajadas entre "ambos mundos":
- El de la novela contemporánea, postmoderna, más o menos infectada de elementos visuales, chascarrillos de cultura pop y otras hierbas irreverentes.
- Y el de los ámbitos, en ocasiones cerrados, de la comunicación y la cultura digital, donde la coherencia se basa en operaciones como traducir de manera homogénea la página entera de un producto ficticio ofertado en EBay, o en hallar páginas de Scrabble en español donde aparezcan un montón de palabras reales de solo tres letras.
La traducción de JPod todavía es, siete años después de llevarla a cabo, uno de los trabajos más divertidos que he hecho en mi vida. La sensación de estar trabajando y riéndote al mismo tiempo de las burradas que lees no tiene precio.
Disfruto mucho maquinando cosas tan dispares como los diálogos entre los chavales protagonistas de una novela para que resulten frescos, o los párrafos trufados de citas que me encuentro cuando me toca trasladar a uno u otro idioma el arte locativo o el diseño de interacción con usuarios, pero traducir sobre programadores que se hacen todo el material de oficina comestible por si se quedan encerrados en un sitio, madres integristas que eliminan las puertas de los baños porque los consideran burkas y otras lindezas trufadas de fragmentos de Internet y de la vida que nos salpica por aquí o por allá (sin perder por ello la "compasión literaria"*) produce un placer particular. Me preguntó qué opinará Douglas Coupland de la Internet "social" en 2013.
* Me ha dado por denominar "compasión literaria" a la capacidad que me parece que debería tener un escritor de compadecerse de uno o varios de los personajes que crea, por mucho que critique y cizañee. No como signo de debilidad o sensiblería, sino para evitar actitudes altaneras, arrogantes o sádicas que dejan translucir, tras su actitud abusona, lo que podría interpretarse como una flaqueza de espíritu. Pero es mi opinión, claro.
(Fuente imagen)
Esta charla supone algo especial para mí porque es la primera que he dado sobre mi labor como traductora. Como creo que habré comentado, me licencié en Comunicación Audiovisual pero trabajo como traductora literaria desde que terminé los estudios, es decir, desde hace doce años.
Mis géneros favoritos para traducir son el ensayo y la novela contemporánea, así como la ficción infantil y juvenil, en el ámbito estrictamente "literario". Pero también poseo un bagaje y un intenso interés por la traducción ensayística de comunicación (arte) y cultura digital, que he tenido ocasión de realizar sobre todo para las publicaciones Artnodes (inglés>castellano, Universitat Oberta de Catalunya) e Hipertext (castellano>inglés, Universitat Pompeu Fabra).
Explico todo esto porque me atrevería a afirmar que la traducción de JPod se situó a horcajadas entre "ambos mundos":
- El de la novela contemporánea, postmoderna, más o menos infectada de elementos visuales, chascarrillos de cultura pop y otras hierbas irreverentes.
- Y el de los ámbitos, en ocasiones cerrados, de la comunicación y la cultura digital, donde la coherencia se basa en operaciones como traducir de manera homogénea la página entera de un producto ficticio ofertado en EBay, o en hallar páginas de Scrabble en español donde aparezcan un montón de palabras reales de solo tres letras.
La traducción de JPod todavía es, siete años después de llevarla a cabo, uno de los trabajos más divertidos que he hecho en mi vida. La sensación de estar trabajando y riéndote al mismo tiempo de las burradas que lees no tiene precio.
Disfruto mucho maquinando cosas tan dispares como los diálogos entre los chavales protagonistas de una novela para que resulten frescos, o los párrafos trufados de citas que me encuentro cuando me toca trasladar a uno u otro idioma el arte locativo o el diseño de interacción con usuarios, pero traducir sobre programadores que se hacen todo el material de oficina comestible por si se quedan encerrados en un sitio, madres integristas que eliminan las puertas de los baños porque los consideran burkas y otras lindezas trufadas de fragmentos de Internet y de la vida que nos salpica por aquí o por allá (sin perder por ello la "compasión literaria"*) produce un placer particular. Me preguntó qué opinará Douglas Coupland de la Internet "social" en 2013.
* Me ha dado por denominar "compasión literaria" a la capacidad que me parece que debería tener un escritor de compadecerse de uno o varios de los personajes que crea, por mucho que critique y cizañee. No como signo de debilidad o sensiblería, sino para evitar actitudes altaneras, arrogantes o sádicas que dejan translucir, tras su actitud abusona, lo que podría interpretarse como una flaqueza de espíritu. Pero es mi opinión, claro.
(Fuente imagen)