Para empezar el año, he comentado en The Trendnet tres proyectos de realidad aumentada que juegan con elementos físicos, esto es, que no renuncian al sentido del tacto y que juegan con el movimiento, de los objetos al pasar con el tren, o del propio cuerpo humano.
Digamos que a partir de la aplicación de la realidad aumentada para leer códigos QR (mayoritariamente publicitaria) y la de ofrecer capas de significado en espacios cerrados (como los proyectos que ya comenté de Keiichi Matsuda), empiezan a proliferar proyectos que parecen pensados para llegar donde la realidad virtual no pudo o no supo consolidarse.
Sobre este particular, no tengo mucho más que añadir. También estuve mirando un interesante n jardín convertido en psicogeografía, pero, como ocurre con otros espacios navegables, existe un riesgo de site-specific que significa que habría que volver a programar el proyecto para cada espacio donde se "instalara", con lo cual es costoso y no diverge realmente de ejecutarse en un espacio cerrado.
Los límites no se hallan solamente en la intagiblidad de las redes inalámbricas (como también comenté en The Trendnet a propósito de un proyecto de Clara Boj y Diego Díaz presentado en Arts Santa Mònica) sino en los espacios de cemento, fibra de vidrio, árboles y plantas. Como siempre ha sido, vamos.
(Fuente imagen)
Digamos que a partir de la aplicación de la realidad aumentada para leer códigos QR (mayoritariamente publicitaria) y la de ofrecer capas de significado en espacios cerrados (como los proyectos que ya comenté de Keiichi Matsuda), empiezan a proliferar proyectos que parecen pensados para llegar donde la realidad virtual no pudo o no supo consolidarse.
Sobre este particular, no tengo mucho más que añadir. También estuve mirando un interesante n jardín convertido en psicogeografía, pero, como ocurre con otros espacios navegables, existe un riesgo de site-specific que significa que habría que volver a programar el proyecto para cada espacio donde se "instalara", con lo cual es costoso y no diverge realmente de ejecutarse en un espacio cerrado.
Los límites no se hallan solamente en la intagiblidad de las redes inalámbricas (como también comenté en The Trendnet a propósito de un proyecto de Clara Boj y Diego Díaz presentado en Arts Santa Mònica) sino en los espacios de cemento, fibra de vidrio, árboles y plantas. Como siempre ha sido, vamos.
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